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Francisco Ayala
La cabeza del cordero
Por Administrador Publicado en Autores, Principales en 25 mayo, 2019 0 Comentarios
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María Pérez García, Diego Merlos Martínez, Omar Nuño Hernández, José Sánchez Benavente, Marta Roldán Leyva, Virginia Morales Díaz, Mercedes Higueras.

Concepción ética y trascendente de la novela

Ayala intenta plasmar en sus novelas la vida para ofrecer una interpretación del mundo, centrada en qué es el hombre, de dónde venimos y a dónde vamos. Sus obras responden a una motivación, que es la sensación de abandono en un mundo caótico a partir de la primera guerra mundial. En ese entorno negativo sus novelas nacen a raíz de una profunda preocupación ética. Se indica en ellas «una mezcla de hondura psicológica y densidad meditativa, que intenta siempre dar una intención simbólica o un sentido moralista que se interesa por la esencia permanente de lo humano»[Vilanova: NsEp, 101-102].

Técnicas narrativas

Utiliza la técnica del desdoblamiento que le permite estar dentro y fuera de sus obras exaltando su compromiso o distanciamiento. Así, por ejemplo, en el prólogo de Los usurpadores se desdobla en un periodista y archivero.

También puede mostrarnos distintos aspectos de la realidad según el enfoque del personaje. Esto se muestra en Muertes de Perro. Ayala se centra en la primera persona para brindar una variedad de perspectivas, conseguir acercarse al lector y conservar su intimidad. [cf. Mainer: Ppn]

Lengua y estilo

En la prosa destaca la elaboración intelectual y estilística. El arte de crear un texto consta de dar con «aquellas palabras y frases que mejor puedan expresar las intuiciones profundas a transmitir» [Ayala, en Hiriart: CFA, 132]. De ese modo, «se hará patente la singular visión del mundo que cada escritor incuba en las profundidades donde el estilo es ya el hombre mismo». Su lenguaje abarca múltiples registros, se adapta a las exigencias expresivas y a la ambientación del relato. A pesar de buscar un tono refinado, no descarta el habla coloquial si es necesario. Ayala toma a Cervantes como modelo en este género, de estilo arcaizante y retórico. De su época vanguardista adopta un tono satírico destacando el humor y la comicidad.

Obra

Su obra narrativa se divide entre la etapa de 1925 a 1930 y la de postguerra. En la primera etapa, nuestro autor se dedica al arte por el arte, aunque con el tiempo se distancia de esas primeras aportaciones. Los textos de entreguerras tienen las peculiaridades propias de la estética vanguardista. Dentro de la etapa de postguerra encontramos las novelas americanas.

También produce relatos de la última etapa donde se acentúa la visión tragicómica. El autor tiene una gran variedad de ensayos en los que reflexiona sobre la creación literaria propia y ajena.

Una mirada plural. Temática y rasgos en la obra

«La visión derivada del perspectivismo esencialmente orteguiano». Esa visión va más allá de la literatura, es más, llega a ser la filosofía con la que entiende la realidad. En su poética quiere huir del doctrinarismo, entender la realidad o la literatura como una doctrina o dogma absoluto. Busca todas las perspectivas posibles para realizar su literatura.

Dentro de su concepción literaria, que le llevará a la producción narrativa, incluye la «esencial plasticidad de cuadros vanguardistas» (en respuesta al perspectivismo orteguiano), así como la crónica periodística como El jardín de las delicias o «también la reconstrucción histórica de las crónicas en Los usurpadores

Tras el vanguardismo tuvo un paréntesis en su obra literaria hasta el momento de su exilio, en el que se dedicó a la producción ensayística. En el exilio, indagará en la idea del poder como usurpación en Los usurpadores, tratándose este de un libro unitario con diferentes relatos. «Todos los relatos tienen un fondo histórico, con episodios vividos por diferentes personajes vinculados al poder real de Castilla, desde la Edad Media hasta el Siglo de oro». En estos relatos, indagará en la condición humana desde la estupidez y lo ridículo.

Continuará esta producción en el exilio con las novelas de dictador, de estas escribirá dos. Se destacará la obra Muertes de perro. Para su realización se sirve del perspectivismo al relatar la historia, junto con la ambientación en imaginarias repúblicas americanas. El primer rasgo que se aprecia en la reconstrucción de los materiales lo cuales conforman la historia del asesinato de Bocanegra; la novela será la reconstrucción de este asesinato basándose en la narración de Luis Pineda. Este personaje-narrador incorporará «diferentes fuentes de información, ofreciendo un tapiz caleidoscópico». Para estas obras de dictador pudo tener como referentes los múltiples golpes de estado que sucedieron en Latinoamérica y sigue tratando la temática del poder absoluto y la corrupción a su alrededor.

Es pertinente destacar que El fondo del vaso continúa y profundiza en el perspectivismo con un nuevo cronista que dará otra versión de la historia que narraba Luis Pineda. «La propia Historia es incapaz de captar una verdad que únicamente la Literatura puede ofrecer en la variada gama de sus perfiles y aristas».


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